Nunca antes me había planteado escribir para el público. Evidentemente he escrito, escribo, y escribiré mucho en mi vida. Todos hemos escrito en el colegio, instituto y demás etapas de la vida académica. Escribir e-mails e informes ocupa gran parte de mi jornada laboral. He escrito en diarios con fines terapéuticos. A veces he escrito cartas a amigas o familiares. Pero escribir a un público anónimo sin otro fin que el de entretener no lo había hecho antes. En parte porque no sabía sobre qué escribir, y en parte porque no estaba convencida de que mis redacciones fueran lo bastante buenas como para que merezca la pena publicarlas. Además, leerse a sí mismo se siente raro, es como escucharte a ti mismo en una grabación. ¿Así suena mi voz?
Pero bueno, por hacer una excursión fuera de mi zona de confort, he decidido comenzar este blog.
Y me gustan los comienzos. Me gustan como una mesa de escritorio despejada, con solo un folio, tan blanco como las sábanas de los hoteles.
En los comienzos aún no hay frustraciones, no hay cansancio, los obstáculos aún son desconocidos. En los comienzos solo hay esperanza e ilusión de lo que está por venir.
El encanto que tienen las papelerías no es el material que venden, sino las promesas de nuevos proyectos, listos para ser comenzados, dispuestos ordenada y coloridamente en las estanterías.
Las bodas son alegres porque son el comienzo de lo que se augura un matrimonio feliz. Los nacimientos son felices porque son el comienzo de una vida. Los primeros días de un trabajo nuevo se afrontan con optimismo renovado. El comienzo de las vacaciones es igual de bueno o mejor que las vacaciones en sí. El primer sorbo de cerveza siempre es el mejor.
Sé que empezar a escribir un blog en tiempos de TikTok es crónica de una muerte anunciada. Competir con sus vídeos de formato corto que requieren la capacidad de atención de un pez de colores y sus chutes de dopamina quince-secundales, parece una batalla perdida.
Y por si un solo Goliat no fuera suficiente para este David, al otro lado del ring tenemos a la inteligencia artificial. Programada por mentes brillantes para vomitar en cuestión de segundos decenas de frases más recicladas que el papel de periódico. Es como querer ganarle a Rafa Nadal en tierra batida.
Pero no quiero dejar que esto nos desanime. Papel y lápiz en ristre, aventurémonos a ver por dónde nos lleva esta iniciativa.
Dicho esto, quiero brindar por los comienzos en general, por las causas perdidas, y por el comienzo de este blog. Y que sea lo que tenga que ser.