Post #03: Lo que me gusta de mis amigas

Casi me escaqueo de escribir esta semana porque la Semana Santa ha sido caótica. A los días festivos se le ha unido la reforma de la casa de mis padres y en este contexto la rutina parece un chiste malo fuera de lugar. Así que ni deporte, ni dieta, ni lectura.

Al menos he tenido la oportunidad de pasar tiempo con mis amigas, que siempre aprovechamos estas fechas señaladas para volver al nido y pasar tiempo juntas.

Tengo la suerte de tener un grupo de amigas de toda la vida, la mayoría nos conocemos desde el colegio. También tengo la suerte de que es un grupo grande y diverso. Siempre va a haber alguna dispuesta a acompañarte a un plan por muy aleatorio que sea. 

Pero al igual que Marta, Sebas, Guille y los demás, mis amigas volaron hace tiempo, cada una buscando su camino y su lugar en el mundo. Estamos repartidas por toda la geografía española y un poco más allá. Por suerte, la cabra tira al monte al menos un par de veces al año y hacemos por vernos.

Como le pasa a mucha gente, cuanto más me adentro en la treintena más me cuesta hacer nuevas amistades. Pero la verdad, no es algo que me preocupe en exceso porque mi grupo medular me aporta todo lo que necesito. 

Me gusta pensar que hemos llegado al estatus de amistad incondicional. A estas alturas ya no hay ofensa en el mundo tan grave que no se pueda perdonar. Esto ya es para toda la vida.

Porque toda la vida llevamos juntas. Hemos crecido juntas. Hemos ido al colegio y al instituto juntas. Hemos pasado de hablar de chicos a hablar de hipotecas para luego volver a hablar de chicos.

Con mis amigas puedes hacer el típico plan de salir a comer y tardeo, pero también el plan más aleatorio como hacer una fiesta pijama con 32 años. O ir a jugar a los bolos. Puedes hacer un viaje transoceánico e ir a una casa rural en la sierra.

Pero el plan que más me gusta es hacer una “barbacoa”. Lo pongo entre comillas porque hasta la fecha nunca hemos encendido una barbacoa de verdad. Al final siempre caemos en la comodidad de las comidas preparadas y picoteos varios del Mercadona (gracias señor Roig). Pero evidentemente lo mejor de la barbacoa es la sobremesa. Ese momento de sosiego que sigue a la comida, que es cuando ya nos hemos puesto al día de los temas más triviales y entran en escena las conversaciones más íntimas. Donde se hablan de las vulnerabilidades y las inseguridades y los miedos. Y luego, después de la sesión de terapia gratuita, vuelven las risas y los temas más ligeros.

Es verdad que al ser un grupo grande hay algunas con las que tienes una relación más estrecha que con otras, también hay momentos en los que la relación está más fuerte y otros más en modo bajo consumo. 

Pero os puedo prometer y prometo, que si llamo a cualquiera de ellas a las 3 de la mañana con un problema, va a acudir en mi ayuda.

Qué suerte tenemos

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