No me gusta alardear pero esta semana he ido cuatro días al gimnasio, he comido casero de lunes a viernes, y he dormido ocho horas casi todos los días. La única excepción fue el miércoles que “solo” dormí siete horas y media. Ha sido una semana perfecta. Lo sé, siento vuestros celos a través de la pantalla.
Como soy muy generosa os contaré mi secreto.
Esto ha sido posible gracias a que ha sido una semana muy rutinaria. Trabajo de nueve a cinco, gimnasio por las tardes, hacer algún recado, y a la cama temprano. Sin afterworks que se alargan hasta la noche, sin escapadas de fin de semana, sin salidas que provocan resaca. El plan más exótico ha sido ir al cine. No me juzguéis tan rápido, yo no quiero que todas las semanas sean así, no soy tan aburrida. Pero este verano he echado tanto de menos mi rutina que cuando ha llegado el otoño la he abrazado con añoranza, y la estoy disfrutando mucho estas primeras semanas. Tan solo dormir todos los días en el mismo sitio ya fue un alivio. Me siento más vieja que una montaña diciendo esto, pero viva el otoño, viva la vuelta al cole, viva el cambio de hora, viva la calma.
Me encanta planear la semana que entra y ver que no tengo demasiados compromisos. Que voy a poder trabajar, ir al gimnasio, y hacer las tareas domésticas sin acabar agotada y buscando tiempo debajo de los cojines del sofá. Y puestos a pedir, hasta tener algo de tiempo para leer antes de la hora de la cena.
Me encanta poder ir al gimnasio el sábado por la mañana y creerse moralmente superior al resto del mundo.
Me encanta despertarme temprano los domingos para aprovechar bien el día, para cocinar para el resto de la semana, y también para que no se me descuadre mucho el sueño con respecto al entre semana. Que el lunes suene el despertador y no se sienta como una tortura.
Me encanta la constancia y la consistencia.
Sé que disfrutar de una rutina tan armoniosa y perfecta todas las semanas acabará siendo aburrido, y que luego vendrán las ganas de planes multitudinarios y sensacionales. También sé que es un privilegio porque (todavía) no tengo hijos. Pero dejadme disfrutarlo mientras tanto.
Así que nada, hasta el domingo que viene.
Foto de Valeriia Miller en Unsplash

